Posiblemente cuando tuviste a tu peque viviste una revolución. Si estás leyendo mi página es porque estás en la insaciable búsqueda de información para comprender la mejor manera de responder a sus necesidades, cuidarle con respeto y no forzar sus procesos.

La primera vez que escuchaste el concepto de «crianza con apego», pensaste: «eso quiero yo, apego». Y después ya vino el pack, practicar en nombre del apego: colecho, porteo, lactancia a demanda, movimiento libre, BLW…

Así he estado durante 6 años y así llegaban todas las familias que acudían a La Caracola en búsqueda de un espacio refugio para sus crianzas a demanda. Decíamos: «con la teta fuera y el pañuelo colgado todo el día».

Empezamos a trabajar con el grupo de peques pensando que solo necesitaban un ambiente preparado para desplegar su potencial, venían niños desde que comenzaban a andar hasta los 6 años.

Pronto empezamos a observar situaciones, relaciones y comportamientos que nos llamaban la atención. ¿Si son niños de crianza con apego, por qué tienen estas dificultades? En general todos estaban felices de quedarse en el espacio progresivamente y, tal y como auguraba nuestro proyecto, desplegaban al máximo su potencial. Sin embargo, algunos no querían que sus mamás se marcharan nunca, otros lloraban o se enfadaban mucho cuando ésta llegaba, otros ni siquiera se comunicaban durante la mañana con niños o adultos… Había algo que se nos escapaba.

En nuestro ímpetu por proponer un rol del adulto neutral, que no causara interferencias en el juego, nos desviamos de nuestra función principal de cuidadores de niños en fase temprana de desarrollo. Por suerte, nuestro instinto y alta sensibilidad rompió rápidamente con lo que «teníamos que hacer» según lo que habíamos entendido que era el acompañamiento no directivo, y comenzamos a trabajar tal y como «queríamos hacer».

Nos pusimos rápidamente a investigar ese «sentir» nuestro y encontramos respuestas inmediatas al profundizar en la Teoría del Apego, algo que ya era conocido para nosotras, pero que no habíamos terminado de encajar en nuestro puzzle. Ya sabíamos que los mamíferos nacemos predispuestos a establecer un vínculo de apego con un ser humano de referencia, preferiblemente la madre que nos ha gestado. Pero desconocíamos lo esencial, la danza en la que este vínculo se va formando poco a poco en un apego seguro o inseguro, dependiendo del tipo de respuestas que recibimos de nuestra madre y del tipo de interacción que se establezca en los primeros años de vida.

Así pues, la crianza es con apego si o si, pero necesitamos más información sobre nosotras mismas, nuestra infancia y las etapas de desarrollo del bebé para ofrecer un vínculo de apego seguro a las criaturas.

Lo que hay detrás de toda esta vivencia profesional (también personal), es el aprendizaje posterior que vino reafirmando nuestras decisiones en el proyecto de nuestro espacio de juego y crecimiento:

  • Acoger sólo a niños y niñas mayores de 3 años. Los menores de esta edad vienen con sus mamás a un grupo de juego exclusivo.
  • Diseñar un periodo de adaptación enfocado al momento sensible de la separación, atendiendo las necesidades de vinculación, integración y seguridad del niño.
  • Ayudar a las madres y padres a comprender en qué consiste el apego seguro y cómo hacer que esta separación no ponga en peligro el vínculo.

Merece la pena comprender mejor lo que hacemos y el para qué lo hacemos, así «el pack de la crianza con apego» se disfruta más y sin contrasentidos fruto de nuestro carácter o la influencia del entorno. ¿No crees?

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